INTRODUCCIÓN
Cuando un pastor experimentado piensa en el «diaconado», lo primero que le viene a la mente es, colaboradores en el reino. Los diáconos efectivos y eficientes, son los que dan la mano, meten al hombre y mano a mano, bajo el liderazgo del pastor, pastorean y sirven las mesas de la iglesia. La mesa del Señor, la mesa de los pobres y la mesa del pastor.
Son los que, concientes de su llamado, ponen todas sus energías, dones y talentos al servicio del Señor. El servir como diácono, no es un nombramiento, es más que eso, es un llamado divino, así como lo es el ser pastor. Por lo tanto el diácono, no es un sargento o capataz, es un siervo. Y como siervo, sirve al gusto y dirección del que fue llamado por Dios y por la iglesia para servir como el obispo. En forma sinérgica, los líderes de las iglesias, enfocan todas sus esfuerzos, estrategias y metas, para exaltar a Cristo, fortalecer Su iglesia y extender Su reino.
En el Nuevo Testamento, la palabra generalmente traducida como “siervo” o “servidor” es la palabra griega diakoneo, que significa literalmente “por el polvo.” Se refiere a un asistente, un camarero, o uno que ministra a otro. De esta palabra se deriva la palabra en español diácono. En el libro de los Hechos vemos utilizada por primera vez la palabra diácono refiriéndose a los ayudantes en la iglesia. “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: ‘No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas'” (Hechos 6:2). Los hombres que nutrían a la congregación predicando y enseñando se dieron cuenta de que no era justo que dejaran esas actividades para servir mesas, así que encontraron a otros hombres que estaban dispuestos a servir, y los hicieron atender las necesidades físicas de la iglesia mientras ellos atendían las necesidades espirituales. Fue una mejor utilización de los recursos y un mejor uso de los dones de todos. También hizo que más personas se involucraran en servir y ayudarse mutuamente.
Las responsabilidades de un diácono no están claramente enumeradas ni descritas en las Escrituras; se asume que es todo aquello que no incluye los deberes de un anciano o pastor. Pero los requisitos para ser diácono están claramente descritos en las Escrituras. Deben ser irreprensibles, maridos de una sola mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas, respetables, honestos, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas (1 Timoteo 3:8-12). Según la Palabra, el oficio de diácono es un honor y una bendición. “Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 3:13).
En esta materia estudiaremos además algunas cualidades importantes para el liderazgo cristiano actual.
Que el Señor te acompañe y de sabiduría durante este mes de estudios.
DR. HECTOR SALINA AYALA
DIRECTOR – UNIVERSIDAD